
Así reza el dicho de la cabezonería aragonesa...... Y, yo, que soy de pura raza, tenía pendiente, conmigo misma, el probar esta receta que es brava, donde las haya y no porque sea una receta picante. ¡Que va!.
Tampoco lo es por las cantidades de nuestras dos especias más usadas (que lleva a patadas, todo hay que reconocerlo).
Eso si, como toda nuestra gastronomía, es otra receta para "jabatos". Osea, consistente y contundente donde las haya. De sabor recio e ingredientes sencillos.
La pobre Tatiana, Ya casi se presigna cada vez que le digo lo de....
"Pues hoy vamos a comer un plato tradicional, aragonés".
Esta vez no fue la excepción, claro.
Comida tradicional aragonesa = Plato único. Eso está claro, meridiano, en casa.....
A esto se le une que, esta vez, resultó un plato más laborioso de lo habitual en nuestras recetas....
Este plato se hace con paletilla de ternasco pero, al ser los días de Navidad, ya no quedaban así que compré una buena pierna y me guardé el jarrete para hacerlo otro día.....
Ingredientes:
- 1 pierna de ternasco.
- 1 vaso, grande, de aceite de oliva virgen.
- 1/2 vaso de coñac.
- Tomillo y romero (dos buenos puñaos de cada).
- 4 dientes de ajo.
- 2 patatas medianas.
- Sal.
Elaboración:
Salamos el cordero y lo ponemos a freír, bien cubierto de aceite de oliva, a fuego lento.
Cascamos las patatas y las reservamos, bien cubiertas de agua porque aún tienen un buen rato de espera hasta que entran en la receta....
Incorporamos las especias, la sal y los ajos al aceite donde se está friendo el ternasco.
Dejamos un tiempo de fritura con las especias de 3 o 4 minutos.
La incorporamos el coñac y que siga friendo hasta que la carne cambie a un color un poco tostado.
Este proceso le ha costado como una hora apróximadamente.
Aquí, yo he quitado la carne y he colado el aceite para eliminar los "tropezones" de especias y ajos.
Es el momento de añadir las patatas.
Siguiendo a fuego lento dejamos que estas se frían.
Una vez doradas y blandicas ya podemos servir poniendo un poco de jugo de la fritura en nuestro plato.
El aceite restante ni se os ocurra desecharlo. Guardadlo porque tiene un sabor estupendísimo para hacer otros platos por la mezcla de sabores de las escias y el coñac.



Decididamente, cada pueblo tiene su propia "Pastora".
Pochoncicos.